viernes, 23 de octubre de 2009

Tras mucho tiempo de espera, intento volver al Blog

Llevo mucho sin escribir, es más, nunca le hice demasiado caso al Blog, pero ahora voy a intentar, en mis ratos libres, ir escribiendo algo. Sé que no va a ser algo de impresionante calidad, es más, serán textos que impresionarán por sus carencias, pero malo será que con el tiempo y los muchos intentos que planeo, no mejore.


Con gusto, Grömdur.

viernes, 24 de julio de 2009

WikiPales informa

Estoy planteándome de comenzar a escribir entradas de blog al estilo wiquipedia, pero serían sobre temas mundanos y habituales, pero que realmente fuesen útiles.

Por ejemplo: la primera entrada tenía pensado titularla "por donde no coger un taladro", pero creo que al final va a ser "el correcto uso del taladro en la carpintería moderna".

¿Que opináis? ¿Creéis que tendría futuro esa sección?

martes, 30 de junio de 2009

MetalWay, extracto

El Metalway estuvo bien en general, si solo pensamos en los conciertos (con la excepción de Heaven & Hell, que no tocaron), por que en cuanto se toca el tema de la organización...

A quien se le ocurre que la acampada sea en un lugar en el que no se pueden clavar piquetas de lo duro que está el suelo, y con tanto viento que arranca las que sí se lograron clavar.

¿Quien pone un solo escenario, tres bares a escasos metros del escenario y una cantidad elevada de puestos de comida, bebida, camisetas, merchandising variado, etc? Yo os lo diré, los catalanes. Yo creía que los maños se estaban luciendo en inteligencia, pero luego descubrí que los organizadores eran catalanes. Si algún catalán o maño se siente ofendido, pensad en esos de los vuestros que se encargan de manteneros la fama.

Luego está el orden de los conciertos. ¿Que clase de analfabruto pone a Immortal entre Stratovarius y Manowar? ¿quien pone a Candlemass, un grupo de Doom Metal, entre Holyhell y Primal Fear? ¿A quien se le ocurre dejar dar un "concierto" a Tarja?¿y a Queensryche?

A ver, Tarja canta bien, pero dejar tu grupo para cantar sus canciones con músicos peores... y aun encima joder una canción de Alice Cooper y una de Gary Moore. Y queensryche, tocan bien, cuando tocan una sola canción, pero es que a partir de la tercera canción, la gente dejó de aplaudirles. Estábamos hasta los cojones de ellos (y os recuerdo que a mi me gustan, pero no para un directo).

Para terminar, los mejores de todo el festival desde mi punto de vista (elijo 15 de 51):
- Leyenda prohibida (un grupo maño que me sorprendió).
- Angelus Apatrida (musicalmente no valen mucho, pero saben hacer que el público se divierta).
- Obús (nunca me cansaré de ver a ese hombre hacer el pino).
- Axxis (nunca me dejan con hambre, y esta vez subieron a una chica del público para que tocase la pandereta con ellos).
- WASP (tienen un directo muy ameno, solo faltó que el público se supiese las letras, por que el público estaba formado por las niñas de Blind Guardian y las de Children of bodom).
- Barón Rojo (Tocaron hasta que los echaron los organizadores, y el público seguía pidiendo más).
- Warcry (más por que me encantan que por que hiciesen algo espectacular).
- Saxon (por culpa del viento no pudieron sacar el águila).
- Épica (Simone Simons no llevó escote, pero cantó de putísima madre).
- Amon Amarth (el pogo parecía en interior del monte del destino, y me encanta su música).
- Twisted Sister (lo mejor de todo el festival).
- Warlock (¿como puede Doro estar tan buena?).
- Holyhell (si no los habéis escuchado, apuraos, por que nadie debería perdérselos).
- Destruction (solo diré que es la primera vez que me niego a entrar a un pogo por miedo).
- Manowar (subieron a uno del público a tocar y le regalaron la guitarra de Karl Logan, usaron fuegos artificiales y tocaron casi todas la buenas, incluso Joey Demaio dio una charla enaltecedora de ego para todos los fans de Manowar en un castellano rudimentario donde los haya, pero... no me llenaron, son mi grupo preferido y no me llenaron, se les veía demasiado prepotentes en el escenario, en ningún momento dio la impresión de que estaban para complacer a sus fans, si no que parecía que salían a comprobar que habíamos ido, y que tocaban para hacernos un favor. Dieron un buen concierto, pero se notaba la carencia empática que otros sí supieron transmitir).

sábado, 13 de junio de 2009

Hoy, desatendiendo mis necesidades roleras, me he saltado una sesión de Vampiro la mascarada para ir a combatir con espadas por el monte.

Íbamos Dani y yo (Dani es uno de los mejores esgrimistas de La Coruña), y allí nos reuniríamos con otro hombre dispuesto a batirse en duelo por diversión.

Notas a tener en cuenta:
1º yo mido 1,65m y peso 57kg
2º Dani mide 1,82 y pesa 105kg
3º El otro hombre medía 1,97 y pesaba 129kg.

Nada más llegar nos embutimos en nuestras protecciones antidisturbios (o como dicen los madrileños, antitrauma) y comencé a tirar asaltos en hierba (por primera vez en la vida) contra ese ser descomunal que acababa de conocer. Le gané, por 10 a 4. Pese a que ese hombre lleva el mismo tiempo que yo en esgrima histórica, todavía no consigue separar los brazos del cuerpo, lo que hace que no logre parar muchos de los golpes.

Contra Dani fue diferente, fuimos algo igualados en tocados, pero por que él no se emplea a fondo con la plebe.
Lo peor fue un golpe que me dio en el dedo corazón de la mano izquierda y lo aplastó contra el pomo de la espada. Tuvieron que rociarme el dedo con spray de frío para que pudiese volver a agarrar la espada, pero un segundo golpe de las mismas características pero que pilló ese dedo más el de al lado, y me quedé sin ganas de tirar durante el resto del día. Ahora, 6 horas después del golpe, y ya pasado el efecto anestésico del spray de frío, me sigo cagando en la puntería de Dani.

Pero en general, ha sido una tarde de puta madre.

lunes, 8 de junio de 2009

Erik Von Hasser - Preludio

Roxeena Torns era una mujer que no tenía pensado trabajar para ganarse la vida, ni pensaba vivir mal. Pero había nacido en un grupo social poco adecuado para sus expectativas. Era la hija de un artesano alcohólico, un hombre avaro que gastaba más en bebida que en materiales con los que trabajar, cosa que lo estaba llevando a la ruina.

Tras mucho tiempo sufriendo una vida para la que no estaba dispuesta a prepararse, decidió que la mejor forma de avanzar hacia sus sueños de riqueza era lograr el matrimonio con alguien de elevado poder, matrimonio para el cual eligió a Lord Hasser, que no solo estaba soltero, sino que acababa de convertirse en conde . Pero atarlo no sería fácil. Pues todo el mundo sabía de la bondad del conde Hasser, y no querría estar con una mujer cruel y avariciosa como era ella. Pero en un mundo en el que la magia es habitual, pocas cosas son imposibles.

Un mago llamado Patrik había llegado a la ciudad hacía dos años, había elegido Kalisse como pueblo en el que asentar su laboratorio por su proximidad tanto al mar como a dos de las tres metrópolis del reino de Bendekar.

Roxeena fue al laboratorio del mago, pensando en todas las historias que había oído sobre elixires de amor. Y mientras llamaba a la puerta una duda le asaltó: ¿Cómo iba a convencer al mago de que aquello no podía decírselo a nadie? No hizo falta, el mago no le interesaba para nada lo que hiciese con él, lo único que le importaba era que le pagase por el elixir el precio que el marcaba.

No era la primera vez que Roxeena robaba, pero si era la primera vez que robaba tanto dinero. Con ayuda de un antiguo novio, se coló en el templo de Pelor, dios del sol, y robaron de las arcas en las que se almacenaba el dinero para ayudar a los pobres. Dos días después, el elixir estaba en sus manos.

Para colarse en la casa del conde, Roxeena mató a una de las sirvientas y se disfrazó de ella, y solo tuvo que colar el elixir en una de las jarras de agua, y luego dárselo a beber a Lord Hasser. El amor fue instantáneo, pero solo por parte de él.

El hecho de amarla y no ser sinceramente correspondido, hizo mella a lo largo de los años en la mente del conde, que poco a poco, se fue hundiendo en si mismo, cada vez hablaba menos. Roxeena, que no quería arriesgarse a dejar de darle la poción y temía que en su locura le privase de algo, decidió concederle el hijo que él tanto ansiaba, así lo mantendría ocupado tendría algo con lo que manejarlo mejor.

Nació el niño, la matrona se asustó. Se lo entregó a la madre, y esta se asustó. Incluso el padre, recio y valeroso como era, se asustó. El niño era pelirrojo, y eso era muy raro, y no estaba bien visto. Solo el mago no se asustó, solo él ofreció una explicación a la rareza del recién nacido. La teoría se basaba en la ingesta por parte del padre del elixir, que podría haber alterado su genética o la forma de su alma, pero que sin estudiarlo durante unos años no podría saberlo con certeza. Ella se negó a que estudiase al conde, pues lo necesitaba activo. Pero, ¿que problema habría en que estudiase al niño?


El niño fue llamado Erik, Erik Von Hasser

Ella no soportaba a los niños, con lo que no tardó en proponerle a su marido de mandar al niño a estudiar magia al laboratorio del mago. Se lo darían en condición de aprendiz. Así Roxeena tenía al crío lejos, al padre orgulloso, una excusa para ir a ver al mago una vez al mes, y tener una segunda persona en el futuro que crease el elixir. Era un plan perfecto, pero no lo podía mandar siendo tan pequeño, tendría que soportarlo durante al menos unos años.


Hasta los 5 años el niño fue yendo regularmente a ver al mago, para revisiones periódicas, pero a partir de los cinco, fue a vivir con él para convertirse en un gran mago en el futuro. O eso le estaba haciendo creer Roxeena al padre.

Fueron diez años viviendo en la casa del mago, diez años en los que veía a su madre una vez al mes, cuando esta iba a “informarse sobre Erik”, que realmente iba a por la poción. Con el paso del tiempo, Erik comenzaba a sospechar, pues el mago, que en el fondo era bastante bueno, dejaba caer pistas sobre la maldad de su madre, pero nunca tan directas como para que un niño pequeño se enterase. Erik, por motivos de trato, no tardó en preferir al mago antes que a su madre.

Ya faltaba poco para que Erik cumpliese los quince años, y llevaba sin ver a su padre desde los cinco, lo único que recordaba de él era su bondad, su sentido del honor, y su amor por Roxeena. Ni siquiera recordaba su cara.


Llegó el día de su cumpleaños. También era el día en que su madre venía a informarse de sus avances. Era la primera vez que coincidían ambos actos en un mismo día.

El mago indicó a Erik que ese día le iba a hacer un examen, y que consistía en que saliese al jardín, buscase la prueba y la realizase en menos tiempo del que le llevaba a él hablar con su madre. En ningún momento le felicitó nadie.

Roxeena llegó, puntual como siempre. Erik Salió a saludarla, esperando una felicitación o un regalo, pero no hubo nada, ni siquiera un abrazo ni un beso, solo lo saludó con una palmadita en la cabeza y pasó de largo. Nadie se interesaba por él, aunque de su madre no le extrañaba.

Comenzó a buscar por el jardín. Era fácil, solo tenía que buscar algo mágico, por que si era su prueba de magia, tendría que ser algo mágico. Colocó sus manos en la posición tantas veces estudiada, y con voz cargada de energía, lanzó un conjuro, uno que le permitía ver la magia activa en los objetos o personas. Se recorrió todo el jardín así, mirando hacia todas partes en busca de algo que pudiese ser su prueba. Pero no lo detectaba. Siguió buscando, por si se había olvidado algún sitio, pero no aparecía nada. Se enfadó, ¿Como pretendía examinarle sobre magia si no era mediante la magia? Las pruebas mundanas las había hecho hacía unos meses, no podía estar engañándole.

Entonces vio algo raro. No era mágico, era algo que no debía ser así. Un agujero en la pared, de aproximadamente 2”. En la parte de atrás de la casa, a la altura del laboratorio del mago. Se acercó, cautelosamente, preparado por si había una trampa. Nada parecía esperarle, nada saltó sobre él, y nada detonó con su presencia. No era una trampa. En el agujero no había auras mágicas, ni se veía nada, ni se escuchaba nada, era un simple agujero. Toda su ilusión cayó por los suelos, aun no tenía ninguna pista, y su madre no tardaría mucho en salir. Bajó la vista, decepcionado de si mismo, y vio otra cosa que no estaba los días anteriores, tierra removida. Con el conjuro todavía activo, escarbó en la tierra con sus manos denudas, y a poca profundidad encontró una funda para pergaminos hecha de plomo, por eso no la había detectado, por el plomo, era el material con mayor capacidad de bloquear la magia de adivinación. Lo alzo, le sacudió la tierra, lo abrió y vio dos pergaminos dentro. Los sacó. Uno era mágico, el otro una carta.

“Felicidades, ya tienes 15 años, y con esto, la mayoría de edad. Ahora viene tu prueba, el pergamino es un conjuro de clariaudiencia, que te permitirá escuchar algo que debes que oír, cuando lo escuches, tu mismo decidirás el resultado de la prueba”

Intrigado por esas palabras y contento de que alguien recordase su cumpleaños, desenrolló el otro pergamino, lo alzó hasta tenerlo a la altura de su cara y, con la misma voz energizada de antes, invocó el poder del pergamino.

Comenzó con un leve dolor en sus oídos, que al instante desapareció. Lo siguiente que notó fue el latir de su corazón, luego el roce de su ropa, los árboles meciéndose en el viento, pájaros lejanos… escuchaba todo lo que había alrededor, y más. Escuchó una voz muy baja, lejana más bien, una voz que reconocía. Giró levemente su cabeza, intentando captar mejor el sonido, comprendió rápido que provenía del agujero de la pared, se acercó y escuchó.

- ¿Te falta mucho?, estoy cansada de esperar.
- Ya casi está.
- Siempre lo tenías hecho para cuando yo llegaba, ¿Por qué esta vez no?
- Tuve mucho trabajo estos días, tú, sabiendo como has llegado a donde estás, dudo mucho que sepas lo que es el trabajo.
- Cuidado con lo que dices, o haré que te decapiten en la plaza del pueblo.
- ¿Y quien te haría entonces el elixir de amor, para que tu marido te quiera?
- Maldita rata, como sigas así, buscaré a alguien que lo haga y luego te mataré.
- Hasta entonces deberías dejar de amenazarme, ¿o quieres que tu preciado marido te vea con sus propios ojos?
- Algún día me libraré de ti, en cuanto ese bastardo que tengo por hijo sepa preparar la poción me lo llevo de aquí, y no tendré que volver a verte.
- Pues lo llevas mal, porque hoy está empezando con pruebas de madurez y lógica, que le ayudarán a pensar por si mismo.
- ¿Qué? Como osas enseñarle eso a mi hijo, no te pago para eso, te pago para que me des a alguien capaz de hacer ese maldito elixir.
- Bueno, sería difícil que tu hijo entendiese la magia si no es capaz de entender su entorno, y de la misma manera, para dominar la magia, debe dominar su entorno, creo que te va a costar manejarlo como a su padre, ¿Por qué pones esa cara?, no te sienta bien esa expresión de bruja, jajaja.

Tras un momento de silencio, escuchó como cristales se rompían, mesas se volcaban y el mago gemía de dolor. Tras eso, solo se escuchaba el crepitar de las llamas que se habían formado en el laboratorio. Entonces, la explosión le dejó inconsciente.

Abrió los ojos, ruinas, ruinas cubiertas de hierbajos y musgo, todo le dolía.
Estaba desnudo, desnudo frente a la casa en la que había crecido, la casa del mago.
Se intentó poner en pie, pero cayó sobre la hierba. A gatas, avanzó hacia las ruinas.
Oyó a un gato, un gato que maullaba lastimeramente. Una niña, una niña llamaba al gato. El gato se llamaba Fadia, era una gata.
Se agarró a una de las rocas de la casa, y vio un tubo de plomo oxidado semienterrado, con una carta dentro, al verlo, se le llenaron los ojos de lágrimas. Otro maullido. Le dolía la cabeza. Agarró el tubo para pergaminos, y lo apretó. Antes de quedarse inconsciente de nuevo, Erik escuchó otro maullido y a una niña gritar mientras asomaba sobre los escombros.

domingo, 7 de junio de 2009

Nuevo Blog

Como no he encontrado el botón para suprimir el blog, simplemente le cambio el nombre, le vario un poco las cosas y me meto de nuevo a escribir.

Intentaré escribir más a menudo que en el anterior intento de blog. Y también, en cuanto tenga tiempo, reescribiré las entradas antiguas, para intentar mejorar mi pésima prosa.

Espero escribir la primera entrada esta semana.



Que tengan buena noche.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Persiguiendo al pasado - capítulo 3

Maegan se pasó toda la tarde y parte de la noche leyendo el diario de su madre, en el que se contaban tanto su infancia como su romance con Harlech y huída de ambos bajo la apariencia de mercaderes. Brottör, el padre de Rûrik era un soldado de la guardia que había conocido a Harlech en la taberna y que le permitía entrar en palacio por saber que estaba loco por la niña elfa, aparte del hecho de que le debía un favor: le había pagado la deuda del bar.

La historia encandiló rápidamente a Maegan, no solo por la belleza con la que había sido escrita, sin por el evidente hecho de que lo había escrito su madre, pues tenía su letra y estaba repleto de expresiones que ella solía utilizar.

Gracias a este diario, descubrió que pertenecía a una rama de la familia real del cosmopolita reino de Bendekar. Lo que le llevaba a pensar que sus abuelos seguían con vida, ya que no había oído nada relacionado con la muerte de algún miembro de la realeza en el reino de Bendekar.

Milenios atrás, el reino había pertenecido a los elfos, y había sido gobernado por un solo rey. Pero con el paso de las eras, los humanos se habían ganado un hueco a pulso. Ahora el reino estaba gobernado por diferentes familias de elfos y de humanos, y los patriarcas de todas se hacían llamar reyes.

En ninguna parte del diario se decía el nombre de la familia de la que venía Maegan, pero era cuestión de investigar.

Se durmió leyendo, abrazada al diario.

Por la mañana, Rûrik llamó a la puerta:
- Maegan, ¿estás ahí?
Todavía medio dormida:
- Si, ¿que quieres?
- Es la primera vez que me levanto yo antes que tú desde que eras una niña pequeña, ¿estás enferma?
- No, salgo ahora, Dame unos minutos.
- Te espero en el claro en el que entrenamos ayer.

Media hora más tarde, Maegan llega al claro y ve a Rûrik durmiendo sobre un tocón de árbol. Se acerca sigilosamente. Y le coloca la espada de madera por una ranura del gorjal de la armadura.
- Mueres, gané.
En ese momento Rûrik abre los ojos, con una expresión confiada dibujada en la cara.
- Te equivocas, tengo una gorguera metálica bajo el gorjal, y una daga en tu vientre.
En ese momento, Maegan siente el golpe en el vientre, a la altura de la vejiga, de una daga roma de madera.
- Recuerda, Maegan. Acércate siempre por un lado desde el que veas todos sus movimientos y el lo tenga difícil para reaccionar, y si puedes, no te acerques demasiado.
- Siempre tienes un as en la manga, algún día te cogeré desprevenido.
- Algún día, si, algún día, je je je. Venga, entrenemos. Hoy te voy a enseñar algo de espada y escudo, pero con escudo pesado, no el que hemos usado últimamente.
- Vale- dice algo desanimada –empecemos.

Caminan hacia unos arbustos en los que guardan las armas de madera que talló Rûrik, y destapan toda esa colección de armas de entrenamiento. Entre ellas se encuentran: lanzas, espadas cortas y largas, dagas, martillos, hachas, escudos pequeños y, a diferencia del día anterior: Escudos pesados. Todos los objetos allí apilados estaban cubiertos de runas enanas.

- Me pregunto como te las ingenias para tallar en tan poco tiempo las armas que me vas a enseñar a utilizar, y para dejarlas tan bonitas.
- Pues ya ves, habilidad enana.

Sin mediar ninguna otra palabra, se pusieron a entrenar.

- Dime Maegan, ¿en que piensas?
- ¿Qué?- dice ella algo despistada –en nada, ¿Por qué lo dices?
- Normalmente te cubres antes, ahora estás en las musarañas y te cuesta ver los golpes, cuando te das cuenta de por donde va a ir el golpe te intentas cubrir, pero estoy tan cerca que podría abalanzarme sobre ti y aplastarte bajo mi peso. Tienes que estar atenta y representar siempre una amenaza para que no me pueda acercar demasiado, sino, te ganaré por simple masa corporal.
- Vale, estaré atenta.

Siguieron entrenando unos minutos, pero la falta de concentración de Maegan era evidente. Rûrik comenzó a bajar la guardia a propósito, para ver si ella se centraba al ver la posibilidad de impactarle, pero no. Aquel no era día para entrenar.

- ¿Me vas a decir lo que te pasa o te vas a hacer la dura pese a las evidencias?
- No me pasa nada, simplemente… tengo muchas cosas en la cabeza. ¿Te importa si lo dejamos por hoy? Tengo muchas cosas en las que pensar.
- Lárgate, y más te vale que el motivo por el que descuidas tu entrenamiento no sea un chico. Por que como sea eso, ¡Le corto las ganas de estar contigo!

sábado, 14 de febrero de 2009

Vorox - Prefacio

Me llamo Graax’xt, y esta es la historia de mi vida.


No soy humano, ni lo querría ser.

Nací en un bello planeta al que los humanos llamaron “Vorox”. Mi especie dominaba el planeta, pues no había ninguna criatura capaz de arrebatarnos el puesto en la escala alimenticia.

Cuando los humanos se adentraron en nuestro planeta, nos dieron el mismo nombre, nos llamaron “Vorox”, realmente creo que es una tontería, pues en el planeta viven más especies.

Primero nos temieron, pues los superábamos en estatura, en peso, en fuerza y en resistencia, y solíamos ser tan ágiles como ellos, sino más.
Para que os hagáis una idea, según sus medidas (que tardé varios años en aprender) estamos entre los 8 y los 10 pies de altura. Y de peso estamos entre las 400 y las 650 libras. Pero no por ello somos lentos, al menos no más que ellos, eso los asustaba.

Pero quizás, y solo quizás, lo que más temiesen fuese el par de extremidades adicionales que tenemos en comparación a sus pequeños y frágiles cuerpos.
O las garras venenosas en que terminaba cada unos de nuestros dedos.

Mis antepasados intentaron entablar contacto pacífico, pues no teníamos por costumbre exterminar a cada ser que nos cruzásemos. Pero ellos, al vernos, nos atacaron sin pensarlo.
Rechazamos el primer ataque, y no volveremos a cometer el error de acercarnos pacíficamente a desconocidos, ahora es una de las primeras lecciones que los ancianos enseñan a los cachorros.

Al principio de la guerra los cazábamos nosotros a ellos, pues eran intrusos en nuestro planeta.
Era fácil, no sabían moverse bien por el bosque, nosotros si.

Luego comenzaron a lanzar ellos los ataques, buscaban nuestras pieles, nuestras garras, y una cosa más, la gloria de poder decir que habían matado a un Vorox. Y nos llamaban bestias salvajes a nosotros.

Después comprendieron una cosa que fue la mayor perdición para nuestra especie, y es que somos tan buenos combatientes, que en vez de cómo un deporte, la gente nos prefería como esclavos. Pero es imposible domesticar a un Vorox. Así que decidieron capturarnos de pequeños, para educarnos desde el principio a su manera.
Las cacerías que se libraron en esos tiempos todavía se usan para atemorizar a los cachorros rebeldes.
Éramos los reyes de nuestro mundo, lo dominábamos, pero lo hacíamos de manera justa y natural, matábamos para alimentarnos, y por territorio para vivir, nada más.

Pero ellos llegaban, aparecían de la nada, mataban a los adultos, y se llevaban a las crías. Lo único que dejaban era un bosque en llamas.

Pasaron muchos años hasta que se prohibió la caza y tráfico de los de mi especie, pero eso solo sirvió para reducir levemente el número de ataques.
Pues los humanos no respetan ni sus propias reglas.

Nuestra cultura y tecnología siempre fue extremadamente primitiva comparada con la de ellos. Pero no necesitábamos nada más de lo que ya teníamos.
Mientras que ellos usaban armaduras de cerámica, de plásticos especiales, etc. Nosotros nos conformábamos con una simple prenda de cuero. Cómoda, sencilla y práctica, que no estorbase el movimiento.

Ellos usaban vehículos voladores de gran velocidad, nosotros corríamos.

Ellos utilizaban rifles láser, nosotros lanzas.

Nos superaban en tecnología y armamento, en táctica y efectivos.

Nosotros teníamos un perfecto conocimiento de la zona y la desesperación del lobo acorralado, lo que nos hacía más peligrosos.


Fueron años sangrientos seguidos de años de esclavitud, en los que ellos hicieron con mi raza lo que les dio la gana. Espero que algún día, tengamos la oportunidad de vengarnos

viernes, 2 de enero de 2009

Julian - capitulo 3

Despertó relajado, como si le hubiesen dado un masaje mientras dormía. Tan relajado que pensó que habría dormido innumerables horas.
Cuando se incorporó y abrió los ojos, una luz tenue y un suave olor a incienso lo recibieron. Al ver la choza que lo envolvía recordó donde estaba, y se le tensó el cuerpo. Se puso en pie y dio un par de pasos hacia la salida, cuando estaba apunto de salir una voz ruda y tosca le dijo:
- Mejor sería que te cambiases, bajo la cama hay ropa limpia.
- Si- contestó otra voz, esta vez melodiosa aunque fuerte -mejor será que te pongas algo cómodo.
Julian retrocedió hasta la cama, miró debajo y, efectivamente una muda le esperaba en el sitio indicado,
Era una ropa cómoda, que no rascaba ni hacía cosquillas, que es lo que solía ocurrir con toda la ropa que tenía él en su casa, y esta era de su talla. Al salir vio con asombro que los dos guardias estaban en la misma postura exacta en la que se encontraban la noche anterior antes de ir a dormir.
El semiorco le miro y le dijo:
- Aguijón te espera en el bosque, a ras de suelo, puedes bajar por esa escala de ahí al fondo.
- Gracias.
Descendió por la cuerda, con mucho cuidado, pues era una altura considerable. Al llegar abajo miró en todas direcciones, pero no vio a Aguijón.
Busco y rebuscó, pero no lo vio.
Cuando se disponía a subir de nuevo escuchó en su cabeza:
- ¿No vas a seguir buscándome? Que aburrido eres para jugar al escondite.
Julian sonrió, y se puso a rebuscar. Arbustos, plantas y recovecos no eran rival para el. Pero seguía sin verlo. Se quedó quieto y aguzó el oído, pero tampoco así lo localizaba.
Comenzó a enfadarse, ¿Cómo podía ser que no lo encontrase?
Entonces apareció. Salió de la nada, mirándole, y le dijo:
- Tenemos que subir.
- ¡Te encontré!
- Ya han decidido que van a hacer contigo.
Julian se quedo de piedra. Tenía miedo de nuevo.
Subió por la escalera de cuerda, viendo como Aguijón ascendía suavemente revoloteando alrededor del tronco de un árbol. Realmente no quería subir, no quería saber que habían decidido hacer con el. Solo quería olvidarse de todo y seguir jugando, olvidar la muerte de su hermano, olvidar todo lo que había pasado y volver a su casa, con su hermana y seguir trabajando la tierra con su padre, pues pese a todo, lo quería.
Arriba lo esperaba Aguijón, Julian intentó descifrar algo en su cara, pero no entendía los rasgos faciales dracónicos.
- Sígueme.
- No quiero irme, no quiero estar solo.
- Tranquilo Julian, no creo que te echen, son buena gente.
Julian no entendía por qué le caía tan bien Aguijón, lo acababa de conocer, y casi no habían hablado, pero lo veía como a un amigo.

Aguijón lo guió al árbol grande, por el que había subido la primera vez, solo que esta vez no había que subir ni bajar escaleras, aguijón lo guió hasta un rincón, y caminó decidido hacia la pared de madera, pero no chocó, lo que a simple vista era una pared, estaba siendo atravesado como el aire. Julian, sorprendido, se detuvo. Miró fijamente la susodicha pared, intentando ver a través de ella, ver ondulaciones, etc. Nada, no consiguió ver nada que demostrase que la pared se pudiese atravesar.
Se acerco lentamente, estiró el brazo para tocar la madera, pero antes de que la alcanzase con los dedos la madera, la cabeza de Aguijón apareció y le dijo, por primera vez con su propia voz y no por telepatía:
- ¿Piensas entrar algún día?
- ¿Hablas?
- Si, y tu tienes que entrar, si te da miedo cruzar el umbral cierra los ojos, pero apura.
Julian, sorprendido de la voz chillona con la que le habló Aguijón, dudó unos segundos más, y cruzó.
No cerró los ojos, pero tensó todo el cuerpo. No sabia lo que le esperaba al otro lado ni lo que sentiría al cruzar, pero no se quedaría quieto como un bobo mirando la pared.
Fue una sensación extraña, como si durante unos instantes la gravedad dejase de hacer efecto sobre su cuerpo, como si, por un momento, todas las penas hubiesen desaparecido, fueron unas décimas de segundo en las que todo dejó de existir, las preocupaciones, las emociones, los deseos y los temores, todo, todo desapareció por un momento.
Cuando se quiso dar cuenta, todo había vuelto a su sitio, los pensamientos le daban vueltas intentando organizarse para comprenderse, la gravedad volvió a tirar de el hacia abajo, y los temores volvieron a formar una presa férrea sobre su alma.
Era una sala completamente de madera, no parecía haber sido “hecha”, más bien daba la impresión de que el árbol había nacido así, ni siquiera tenia una forma definible. No era cuadrada ni rectangular, pocas paredes había que fuesen rectas, pero tampoco era redonda o ovalada. Simplemente no tenia ninguna forma excepto que el suelo era perfectamente liso y sin inclinaciones. No había ventanas, tampoco fuentes de luz definibles, simplemente estaba bien iluminada por un brillo tenue que salía de las paredes y no dañaba la vista.
Un hombre anciano esperaba sentado en el medio de la sala, el taburete sobre el que estaba sentado tampoco había sido fabricado, ni siquiera estaba separado del suelo, sino que más bien nacía de el.
Aunque era un Anciano de aspecto aparentemente humano, una primera visual le demostró a Julian que no era así. La piel del anciano era más parecida a la corteza de una planta que a piel normal y corriente, sus ojos eran oscuros en su totalidad, la barba que tenia estaba formada por ramitas espinosas, como las de un rosal, pero de un marrón claro. Vestía un traje de hojas y de su cinturón pendía una espada de madera negra, que tenía espinas por todas partes menos en la empuñadura y parecía que cada espina segregaba una savia de la misma negrura que el arma.
El anciano se levantó, miró a Julian, alzó las manos, y dijo con una voz profunda, que parecía salir de una caverna:
- YO CONVOCO AL CONSEJO. VENID, COMPAÑEROS, UNA VEZ MÁS A ESTA TIERRA DE DEBATE EN LA QUE SE TOMAN DECISIONES QUE CAMBIAN ÉPOCAS Y DECIDEN DESTINOS.
En cuanto terminó de hablar, apareció saliendo de la pared Myrdivar, con una toga marrón y un bastón de madera lleno de nudos. Se quedo a unos pasos de la pared por la que llegó, y comenzó a agacharse, como si se fuese a sentar en una silla, la cual creció al momento desde el suelo de madera.
Por otro lado llegó un enano de barba dorada y ropas enjoyadas, el taburete ya apareció antes de que pareciese que se iba a sentar. Julian se fijo en que los taburetes salían con el tamaño adecuado a quien se fuese a sentar en el, y se amoldaban a las posaderas como si la madera tuviese un cojín de paja encima. El enano se sentó
Mientras todo esto sucedía, Aguijón, alzaba el vuelo dentro de la sala, posándose en un pilar de madera que surgió para él en el momento adecuado.
De un tramo de pared opuesto a donde saliera el enano surgió una criatura que Julian nunca hubiese creído que llegaría a ver: un unicornio.
Era de un blanco puro y brillante que a veces parecía casi plateado, tenia unas crines tan abundantes, largas y espesas que parecía una melena leonina, de su mandíbula descendía una barba que le faltaba poco para arrastrarse por el suelo, sus ojos, de un violeta intenso se clavaron en Julian, y se desviaron tras repasarlo con la mirada.
El unicornio desprendía un aura de bondad que hacía sentirse seguro a todo el que se acercase con buenas intenciones.
El suelo donde se hallaba se moldeó hasta convertirse en un camastro con una forma perfecta para acomodar a cualquier equino.
El siguiente en entrar fue una elfa de aproximadamente un metro ochenta y algo, con un corsé lila lleno de hebillas y remaches, que se unía a unas hombreras metálicas, las cuales estaban unidas a unos guanteletes por unas mangas de malla. Unas botas de cuero endurecido con unas grebas metálicas por encima cubrían sus piernas.
La mujer irradiaba un aura parecida a la del unicornio, solo que de esta elfa también llegaba un aura de poderío y amenaza que denotaba que había nacido para la guerra, y que siempre estaría dispuesta a ella.
Para ella no se levantó un taburete ni una silla, se alzó un trono acorde con su aspecto: imponente.

El anciano se puso en pie y habló:
- Os he vuelto a llamar para estéis presentes en este momento en el que “el niño del alma rota” sabrá lo que va a ser de el. También por que aun se está a tiempo de cambiar la decisión. ¿Alguno de vosotros tiene algo que añadir a todo lo hablado?
Nadie dijo nada, simplemente negaron con la cabeza.
- Bueno, entonces ha llegado el momento. ¡Julian!, ¡ven aquí!
Julian se acercó lentamente, aguantando las ganas de salir corriendo. Cuando estuvo cerca del anciano, este alzó una mano en signo de que debía pararse.
- Hemos decidido que eres un peligro para todo lo que nos rodea, incluido tu mismo, no podemos permitir que eso ocurra. Por eso hemos decidido que te quedarás aquí varios años, te enseñaremos, te educaremos, te entrenaremos para el combate, te enseñaremos a combatir el mal… y a no caer en el.
Entonces se fueron levantando todos los que estaban en la sala, presentándose.
- Yo soy Myrdivar, gran druida del bosque Monzore, te enseñaré a moverte por la naturaleza sin molestarla, para que ella no te moleste a ti, seré, más que nada, tu guía moral.
- Yo soy Gothroryus, y aunque lo parezca, no soy un enano, soy un dragón de oro, te educaré y te enseñaré a conseguir todo lo que quieras en una biblioteca, te mostraré como averiguar los secretos de los objetos mágicos y, con ayuda del Protector, te enseñaré a canalizar esa energía que posees.
- Mi nombre es Maidel, soy una Ghaele, la casta más poderosa de todos los Eladrines, somos guerreros celestiales que combatimos al mal allá donde surja, y eso es lo que te enseñaré, el arte de la guerra.
- Yo soy Déruwin, señor de los unicornios del bosque de Monzore. Yo no te enseñaré nada, de mi aprenderás lo que veas y consideres digno de recordar, pues con el ejemplo es con lo que mejor se enseña.
- Yo soy Bheilorveilthión, mi tarea será acompañarte siempre, responder a tus dudas, mantenerte a salvo de lo que no comprendas y guiarte por los caminos. Y si me lo permites, seré tu amigo.
- Por último estoy yo, me conocen como "El Protector", y dudo que sea necesario algún otro nombre. Responderé a tus dudas, y tu a las mías, te enseñaré todo lo que esté en mi mano, estaré a tu lado siempre que lo necesites, como haría un padre con su hijo, pues ahora, Julian, somos tu familia.