sábado, 14 de febrero de 2009

Vorox - Prefacio

Me llamo Graax’xt, y esta es la historia de mi vida.


No soy humano, ni lo querría ser.

Nací en un bello planeta al que los humanos llamaron “Vorox”. Mi especie dominaba el planeta, pues no había ninguna criatura capaz de arrebatarnos el puesto en la escala alimenticia.

Cuando los humanos se adentraron en nuestro planeta, nos dieron el mismo nombre, nos llamaron “Vorox”, realmente creo que es una tontería, pues en el planeta viven más especies.

Primero nos temieron, pues los superábamos en estatura, en peso, en fuerza y en resistencia, y solíamos ser tan ágiles como ellos, sino más.
Para que os hagáis una idea, según sus medidas (que tardé varios años en aprender) estamos entre los 8 y los 10 pies de altura. Y de peso estamos entre las 400 y las 650 libras. Pero no por ello somos lentos, al menos no más que ellos, eso los asustaba.

Pero quizás, y solo quizás, lo que más temiesen fuese el par de extremidades adicionales que tenemos en comparación a sus pequeños y frágiles cuerpos.
O las garras venenosas en que terminaba cada unos de nuestros dedos.

Mis antepasados intentaron entablar contacto pacífico, pues no teníamos por costumbre exterminar a cada ser que nos cruzásemos. Pero ellos, al vernos, nos atacaron sin pensarlo.
Rechazamos el primer ataque, y no volveremos a cometer el error de acercarnos pacíficamente a desconocidos, ahora es una de las primeras lecciones que los ancianos enseñan a los cachorros.

Al principio de la guerra los cazábamos nosotros a ellos, pues eran intrusos en nuestro planeta.
Era fácil, no sabían moverse bien por el bosque, nosotros si.

Luego comenzaron a lanzar ellos los ataques, buscaban nuestras pieles, nuestras garras, y una cosa más, la gloria de poder decir que habían matado a un Vorox. Y nos llamaban bestias salvajes a nosotros.

Después comprendieron una cosa que fue la mayor perdición para nuestra especie, y es que somos tan buenos combatientes, que en vez de cómo un deporte, la gente nos prefería como esclavos. Pero es imposible domesticar a un Vorox. Así que decidieron capturarnos de pequeños, para educarnos desde el principio a su manera.
Las cacerías que se libraron en esos tiempos todavía se usan para atemorizar a los cachorros rebeldes.
Éramos los reyes de nuestro mundo, lo dominábamos, pero lo hacíamos de manera justa y natural, matábamos para alimentarnos, y por territorio para vivir, nada más.

Pero ellos llegaban, aparecían de la nada, mataban a los adultos, y se llevaban a las crías. Lo único que dejaban era un bosque en llamas.

Pasaron muchos años hasta que se prohibió la caza y tráfico de los de mi especie, pero eso solo sirvió para reducir levemente el número de ataques.
Pues los humanos no respetan ni sus propias reglas.

Nuestra cultura y tecnología siempre fue extremadamente primitiva comparada con la de ellos. Pero no necesitábamos nada más de lo que ya teníamos.
Mientras que ellos usaban armaduras de cerámica, de plásticos especiales, etc. Nosotros nos conformábamos con una simple prenda de cuero. Cómoda, sencilla y práctica, que no estorbase el movimiento.

Ellos usaban vehículos voladores de gran velocidad, nosotros corríamos.

Ellos utilizaban rifles láser, nosotros lanzas.

Nos superaban en tecnología y armamento, en táctica y efectivos.

Nosotros teníamos un perfecto conocimiento de la zona y la desesperación del lobo acorralado, lo que nos hacía más peligrosos.


Fueron años sangrientos seguidos de años de esclavitud, en los que ellos hicieron con mi raza lo que les dio la gana. Espero que algún día, tengamos la oportunidad de vengarnos

3 comentarios:

Roberto, Teodrak dijo...

Buenísimo.

(¡¡¡Tren con bateeeeee!!!)

Lanselor dijo...

Está bien, al principio repites mucho "mundo" pero guay.

Y, citando a teo:

"(¡¡¡Tren con bateeeeee!!!)"

René Deschamps dijo...

Interesante... para no desmerecer a la fama que tengo por estos ambitos, entretenido.
Si no me censuras -como otros- me da algo. Andar amodo e saludiña